El jabón se inventó hace unos 3Mil años, se han encontrado en la mesopotania tabillas de arcillas, sumerias que mencionan la mezcla que se obtenía de hervir aceites con potacio, recina y sal, y sobre su uso medicinal.
Los fenicios los fabricaban con aceite de oliva y soda cáustica, o carbonato de sodio. Obtenida a partir de las cenizas de la combustión de plantas halófitas, que son plantas que vienen, en las salinas como la salicornia o la salsola.
En realidad el jabón es un producto de primera necesidad, que a todos nos es de mucha importancia en nuestra vida cotidiana.
No se sabe exactamente ni cuándo ni dónde se hizo el primer jabón. Según la leyenda romana el jabón fue descubierto por el agua de la lluvia con que se lavaba debajo de los lados del monte Sapo, junto al río Tíber. La grasa de los numerosos sacrificios animales se mezcló con las cenizas de madera de los fuegos ceremoniales, y los esclavos notaron sus propiedades para limpiar, primero sus manos y luego las prendas de vestir.
Existen documentos de culturas primitivas que permiten estudiar el origen del jabón. Es el caso por ejemplo de unos tarros de arcilla de origen babilónico alrededor de 2800 a.C., cuyas inscripciones describen la mezcla de grasas hervidas con cenizas. Otra corriente habla de un origen celta del jabón. Sea cual sea su procedencia, de lo que no cabe duda es de que los romanos contribuyeron enormemente a su amplia expansión.
Las teorías de Galeano, médico romano, fueron fundamentales hasta la Edad Media. Es el primero que nos facilita noticias sobre el empleo del jabón como medio curativo, para la higiene personal o el lavado de las ropas. También observó que la limpieza tenía un efecto curativo en las enfermedades de la piel.
La industria del jabón prosperó en las ciudades costeras del Mediterráneo, como España e Italia, favorecidas por la abundante presencia del aceite de oliva. Destaca en el siglo XV la aparición del jabón de Marsella, preparado con una mezcla de grasas vegetales.
No obstante, y en esta misma época de finales de la Edad Media, ante la gran expansión de la epidemia de la peste negra el baño pasó a considerarse una actividad peligrosa por las creencias de que el agua y las humedades eran altamente contagiosas. Esto ocasionó que la gente apenas se diera baños ni lavara sus prendas ni hogares agravando, sin ellos saberlo, de esta manera la expansión de la epidemia.
El origen del jabón, definido hoy como la sal alcalina de un
ácido graso, se sitúa sin duda mucho antes de la era cristiana:
remontándonos a la antigua civilización Sumeria, encontramos la primera alusión
en unas Tablillas encontradas en Mesopotamia, año 3.000 a.C. Posteriormente, un
papiro egipcio de 1.500 a. C. calificado de “auténtico tratado médico”, hace referencia a la utilización
de cierta sustancia jabonosa empleada para el lavado del lino y el algodón, y
como tratamiento para enfermedades de la piel.
Pero fueron los romanos los que hicieron de
la elaboración del jabón una verdadera artesanía, convirtiéndolo en un artículo
de uso diario, tanto por higiene como para evitar enfermedades. Tras la caída
del Imperio Romano en el 467 d.C., disminuye casi por completo el uso del jabón
debido a la desaparición de los baños públicos, por prohibición expresa de la
Iglesia, y el consecuente desinterés por el aseo personal.
Es ya en el siglo VII cuando surge la
fabricación de jabón y los gremios de jaboneros se empiezan a dar por toda
Europa (Francia, Italia, España, etc.), pero se convierte en un artículo de lujo, por estar sujeto a los
Monopolios Reales que gravan el producto con impuestos demasiado elevados, por
lo que solo están al alcance de las clases altas.
En el siglo X, Europa sufría una gran despoblación y las plagas y epidemias
elevaron el índice de mortandad adulta e infantil. Por esas fechas su
fabricación en España, se hacía en las “Almonas”, solo con la autorización del monarca reinante. La
más famosa de estas almonas fue la de Triana (Sevilla), que funcionó durante 400 años, y en la que
se hacía el conocido jabón Castilla.
A partir de 1789 desaparecen los monopolios
reales, fecha que coincide con el revolucionario invento de Leblanc
para fabricar el carbonato sódico, con el que los artesanos pudieron
fabricar el jabón sódico a escala industrial a través de la sosa cáustica, y no
a partir de cenizas como se había hecho hasta entonces.
Todo esto, unido al uso de la ropa interior, fue lo que condujo a la afirmación
en la época de un hecho trascendental: gracias al uso del jabón y su repercusión en la higiene, se hizo
posible el crecimiento de la población de Europa, debido a la disminución de
las causas de la mortalidad. En consecuencia, en el siglo XIX la
población en Europa se triplicó y la esperanza de vida pasó de los 30 a los 50
años, sólo y exclusivamente por el uso del jabón.
Puede por tanto afirmarse que el nacimiento
de la industria del jabón fue tan importante para la sociedad como lo fue la
máquina de vapor en la Revolución Industrial.
Pero lo más eficaz para luchar contra el mal olor, desde que el
mundo es mundo, ha sido y sigue siendo el baño.
El baño tiene su origen en
un rito purificador presente en todas las culturas desde el bautismo cristiano
hasta la inmersión en las aguas del Ganges. Cada civilización ha tenido sus
ritos: en Grecia, el baño precedía siempre cualquier ceremonia importante; en
Roma se construyeron las temas, piscinas de mármol comunitarias convertidas en
lugar de reunión; los árabes practicaban los baños más refinados y sibaritas e
inventaron el haman, el baño de vapor; en la Edad Media, los baños públicos
eran habituales para la plebe, mientras la aristocracia se daba "baños
turcos", costumbre traída de Oriente por los cruzados, pero a finales del
siglo XIII se prohibió la mezcla de sexos. Durante el Renacimiento, se puso de
moda, impregnarse en de fuertes perfumes que anulaban el mal olor
corporal en lugar de lavarse.
Aunque se puede decir que
la bañera como objeto es tan antigua como el hombre, su utilización masiva
empieza en el siglo XIX, con el inicio de la distribución de agua por cañerías
y la instalación de grifos. A partir de ese momento la industria del jabón
alcanza un desarrollo sin precedentes. Los jabones fueron haciéndose cada vez
más cómodos de utilizar, y a la vez que se convertían en objeto de consumo
masivo perdían totalmente su calidad, cambiando su formulación natural por una
formulación química similar a la de los detergentes industriales o domésticos.
Hoy existen jabones para
todos los gustos, de todas las calidades y para todos los bolsillos,
jabones con aceites y cremas hidratantes, jabones perfumados, jabones inodoros,
sólidos, con textura de gel o de crema, y hasta las grandes marcas de la
cosmética y de perfumería hacen sus lanzamientos de perfume acompañándolos de
una línea de baño con la misma fragancia.
El nacimiento del primer jabón se pierde en la noche
de los tiempos. Los egipcios ya utilizaban un producto jabonoso que consistía
en una mezcla de agua, aceite y ceras vegetales o animales, fórmula que fue
utilizada también por los griegos y los romanos.
En el siglo VII existía una potente
industria en España e Italia y fue precisamente en la ciudad italiana de Savona
donde se empezó a elaborar un jabón de aceite de oliva que también
hacían los musulmanes. En el siglo XV aparece el jabón de Marsella, el
precursor de los jabones actuales, preparado con una mezcla de huesos (ricos en
potasio) y grasas vegetales.
La industria jabonera floreció en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas por la abundante presencia del aceite de oliva y la sosa natural.
Durante la 2º Guerra Mundial, los americanos desarrollaron un tipo de jabón que podía utilizarse con agua del mar, pensando en los marines destinados en el Pacífico: así nació el jabón dermatológico, el menos agresivo de todos los jabones.
La industria jabonera floreció en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas por la abundante presencia del aceite de oliva y la sosa natural.
Durante la 2º Guerra Mundial, los americanos desarrollaron un tipo de jabón que podía utilizarse con agua del mar, pensando en los marines destinados en el Pacífico: así nació el jabón dermatológico, el menos agresivo de todos los jabones.
jabones
desodorantes:
No es hasta el siglo XIX, cuando los
científicos descubren el papel de las bacterias en el desarrollo del mal olor,
que aparecen los primeros desodorantes. El pionero lo inventaron, cómo no, los
americanos: "Mum" (1888), una crema bactericida que dio origen a una
marca de desodorantes todavía en pleno auge. Su éxito fue espectacular, algo
comprensible teniendo en cuenta que, hasta ese momento, lo único efectivo para
combatir el mal olor consistía en frotar las axilas con amoníaco diluido en un
poco de agua o en impregnarse en perfume, que mezclado con el sudor producía un
olor bastante peor.
El jabón es un agente limpiador o detergente que se fabrica utilizando grasas
vegetales y animales y aceites. Químicamente, es la sal de sodio o potasio de
un ácido graso que se forma por la reacción de grasas y aceites con álcali.
Existen
documentos que mencionan el uso de muchos materiales jabonosos y agentes
limpiadores desde la antigüedad. Los agentes purificantes que se mencionan en
el Antiguo Testamento no eran verdaderos jabones, sino un producto hecho únicamente
con cenizas de corteza de árbol. En el siglo I d.C., el historiador romano
Plinio el Viejo describió las diversas formas de jabones duros y blandos que
contenían colorantes, conocidos comorutilandis capillis, que utilizaban las mujeres para
limpiar sus cabellos y teñirlos de colores brillantes. La producción de jabón
era común en Italia y en España durante el siglo VIII. Alrededor del siglo
XIII, cuando la industria del jabón llegó a Francia desde Italia, la mayoría de
los jabones se producían a partir de sebo de cabra, con ceniza de haya que
proporcionaba el álcali.
Tras distintos experimentos, los franceses
desarrollaron un método para la fabricación del jabón utilizando aceite de
oliva en lugar de grasas animales. Alrededor del año 1500 introdujeron sus
descubrimientos en Inglaterra. Esta industria creció rápidamente en ese país y
en 1622 el rey Jacobo I le concedió privilegios especiales. En 1783, el químico
sueco Carl Wilhelm Scheele simuló de forma accidental la reacción que se
produce hoy en el proceso de hervido de la fabricación del jabón (descrito más
adelante), cuando el aceite de oliva, hervido con óxido de plomo, produce una
sustancia de sabor dulce que él denominó Ölsüss, pero que hoy se conoce como glicerina.
El descubrimiento de Scheele permitió al químico francés Michel Eugéne Chevreul
investigar la naturaleza química de las grasas y los aceites que se usan en el
jabón. Chevreul descubrió en 1823 que las grasas simples no se combinan con el
álcali para formar el jabón, sino que se descomponen antes para formar ácidos
grasos y glicerina. Mientras tanto, en 1791, el químico francés Nicolas Leblanc
inventó un proceso para la obtención de carbonato de sodio o sosa, utilizando
sal ordinaria, que revolucionó la fabricación del jabón.
En algunas zonas del
continente americano, el jabón se hacía principalmente en el ámbito doméstico
utilizando grasas animales derretidas. Sin embargo, hacia 1700, los habitantes
de algunas zonas obtenían la mayor parte de sus ingresos de la exportación de
cenizas y grasas empleadas en la fabricación del jabón.
Mantente atento a mi blog ya que estaré, publicando mucho más contenido, se despide de ti tu amigo, carlos pineda.
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