La primera gran jabonería europea la construyeron, los árabes a finales del siglo X en Al Andalus, en Sevilla. En el valle del cuadalquivir, donde había grandes olivares, y marismas, se obtenían las materias primas necesarias, para fabricar un jabón, que cuatro siglos más tarde se conocería como jabón de castilla. Aún así en Andalucía se siguió llamando por el nombre árabe, almona, a las fábricas de jabón.
El tratamiento de grasa con
álcali se ha practicado en el Oriente Medio por lo menos durante 5000 años. Los
antiguos israelíes detallado leyes para la práctica de la higiene personal.
Las cuentas bíblicas dan a entender que sabían que las cenizas y el aceite al mezclarse daban un producto para la limpieza.
Existe un papiro egipcio, el papiro Ebers, fechado hacia el 1550 a.c, considerado por los estudiosos actuales como un auténtico tratado médico en el que se hace referencia a sustancias jabonosas tanto para el lavado de las prendas textiles como medio curativo para diversas enfermedades. Es mi modesta opinión que acrecentarían este poder curativo, con diversas hierbas y barros.
En el siglo III a.C se fabricaba en Arabia jabón mediante la cocción de una mezcla hecha de cenizas, aceite de limón. Los farmacéuticos de oriente medio, en ciudades como Basora, añadían perfumes dulzones a los jabones en el siglo VIII de nuestra era.
Hay quien asegura que entre los siglos VI y VIII, fue floreciente el arte de hacer jabón en Nápoles y se extendió a toda Italia y España. Sería a partir del siglo XIII que el jabón se exportaría a toda Europa.
Lo cierto es que en la baja edad media no era muy utilizado el jabón y debido a la falta de higiene se originaron grandes epidemias que diezmaron a la población, como la peste negra del siglo XIV.
La primera gran jabonería europea la construyeron los árabes en Sevilla a finales del siglo X. Aprovechando que el valle del Guadalquivir les proveía de la materia prima esencial para fabricar un jabón que cuatro siglos más tarde se le conocería como jabón de castilla.
Las cuentas bíblicas dan a entender que sabían que las cenizas y el aceite al mezclarse daban un producto para la limpieza.
Existe un papiro egipcio, el papiro Ebers, fechado hacia el 1550 a.c, considerado por los estudiosos actuales como un auténtico tratado médico en el que se hace referencia a sustancias jabonosas tanto para el lavado de las prendas textiles como medio curativo para diversas enfermedades. Es mi modesta opinión que acrecentarían este poder curativo, con diversas hierbas y barros.
En el siglo III a.C se fabricaba en Arabia jabón mediante la cocción de una mezcla hecha de cenizas, aceite de limón. Los farmacéuticos de oriente medio, en ciudades como Basora, añadían perfumes dulzones a los jabones en el siglo VIII de nuestra era.
Hay quien asegura que entre los siglos VI y VIII, fue floreciente el arte de hacer jabón en Nápoles y se extendió a toda Italia y España. Sería a partir del siglo XIII que el jabón se exportaría a toda Europa.
Lo cierto es que en la baja edad media no era muy utilizado el jabón y debido a la falta de higiene se originaron grandes epidemias que diezmaron a la población, como la peste negra del siglo XIV.
La primera gran jabonería europea la construyeron los árabes en Sevilla a finales del siglo X. Aprovechando que el valle del Guadalquivir les proveía de la materia prima esencial para fabricar un jabón que cuatro siglos más tarde se le conocería como jabón de castilla.
Aunque debemos tener en
cuenta que los fenicios tuvieron tratos comerciales con Europa antes de los
tiempos de los romanos, por lo que probablemente este tipo de jabón habría
llegado mucho antes a ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o
Cadiz.
Tras la reconquista las
almonas árabes pasaron a manos de la realeza, de ahí su nombre
Almonas Reales; esta a su vez cedió porprivilegio real el monopolio del jabón y las
almonas de Triana y Santiponce a la familia Enríquez de Ribera,
marqueses de Tarifa, o a los Ponce de León, que en el siglo XVI ostentaban el
monopolio del jabón y lo ampliaron hasta américa después del
descubrimiento, en gran medida debido a la unión comercial
con las familias de mercaderes genoveses Sopranis que lo fabricaban y los
Riverol que bajo los nombres de sapo hispaniensis o sapo castellanensis,
los exportaban a Flandes, Inglaterra, Alemania, etc.
A través de Amberes donde tenían su centro distribuidor. Con
posterioridad se unieron al negocio del jabón financieros alemanes como los
Welser, Gessler, Sailer o Ehniger, o judío conversos como los
Espinosa, ensanchándose los mercados exportadores al destinarse buena
parte de la producción al mercado colonial americano. Se
fabricaban, básicamente, dos tipos de jabón, el prieto o ralo y el
jabón blanco.
En el siglo XVI las almonas reales de Sevilla consumían más
de 50.000 arrobas de aceite, produciendo unas 15.000 arrobas de jabón; hacia
1543 contaban con trece calderas y la mano de obra era esclava.
Como estos jabones provenían de grasas vegetales, la gente comenzó a usarlos más y decreció el número de pandemias en europa.
Como estos jabones provenían de grasas vegetales, la gente comenzó a usarlos más y decreció el número de pandemias en europa.
La palabra jabón procede de latín tardío “sapo, -ōnis”,
y este del germánico “saipôn”. Es el significante relacionado con
el producto que sirve para la higiene personal y para lavar determinados
objetos.
Nos lo podemos encontrar con varias formas y características: en
pastilla, en polvo, en líquido o en crema. Tradicionalmente es un material
sólido, soluble en agua, un compuesto seco, resultante de una reacción química
entre un álcali (generalmente hidróxido de sodio - soda cáustica –
o de potasio) y algún ácido graso; esta reacción se denomina “saponificación”.
El ácido graso puede ser de origen vegetal o animal, por ejemplo, manteca de cerdo o aceite de coco. La forma líquida es el jabón "disuelto" en agua, en este caso su consistencia puede ser muy viscosa o muy fluida.
El ácido graso puede ser de origen vegetal o animal, por ejemplo, manteca de cerdo o aceite de coco. La forma líquida es el jabón "disuelto" en agua, en este caso su consistencia puede ser muy viscosa o muy fluida.
Los jabones ejercen su acción limpiadora sobre grasas en presencia del
agua debido a la estructura de sus moléculas. Éstas tienen una parte
liposoluble y otra hidrosoluble.
El componente liposoluble hace que el jabón moje la
grasa disolviéndola y el componente hidrosoluble hace que el jabón se disuelva
a su vez en el agua.
Las manchas de grasa no se pueden eliminar sólo con agua por ser
insolubles en ella. El jabón en cambio, que es soluble en ambas, permite que la
grasa se diluya en el agua.
Cuando un jabón se disuelve en agua disminuye la tensión superficial de
ésta, con lo que favorece su penetración en los intersticios de la sustancia a
lavar.
Por otra parte, los grupos hidrofóbicos del jabón se disuelven unos en otros; mientras que los grupos hidrofílicos se orientan hacia el agua generando un coloide, es decir, un agregado de muchas moléculas convenientemente orientadas.
Como las micelas coloidales están cargadas y se repelen mutuamente, presentan una gran estabilidad.
Por otra parte, los grupos hidrofóbicos del jabón se disuelven unos en otros; mientras que los grupos hidrofílicos se orientan hacia el agua generando un coloide, es decir, un agregado de muchas moléculas convenientemente orientadas.
Como las micelas coloidales están cargadas y se repelen mutuamente, presentan una gran estabilidad.
Bueno amigos esto es todo espero nos encostremos en una nueva entrada, se despide su amigo de siempre Carlos Pineda.
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